Acércate a mí

Thursday, September 28, 2006

Discurso pronunciado por Raúl Castro en la en la clausura del XIX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.


Compañeras y compañeros. Delegados e invitados:

Comienzo por transmitirles el saludo del Comandante en Jefe (APLAUSOS PROLONGADOS). Como se ha recordado, es la primera vez desde el triunfo de la Revolución, que no puede estar presente físicamente en un congreso obrero, pero como ustedes han expresado, aquí han estado sus ideas y también sus enseñanzas.
En estas conclusiones no me propongo resumir todo lo abordado por el Congreso. Me limito a expresar que luego de dos días de intercambio junto a ustedes, además de lo analizado en las nueve comisiones que sesionaron simultáneamente el pasado lunes, de las que me he mantenido informado, es posible afirmar que están identificadas las causas de un número importante de problemas y deficiencias, en las que la CTC y cada sindicato han reconocido sus responsabilidades e igualmente han señalado las correspondientes a las direcciones administrativas. Desde luego, hay asuntos cuya solución corresponde a instancias superiores del país.
Son discusiones que sin dudas han contribuido a esclarecer cuáles son las mejores vías para erradicarlos.
El próximo año debe ser de trabajo intenso para el nuevo Consejo Nacional y su Secretariado, pues son los responsables, en lo que a cada uno compete, de poner en práctica los acuerdos del Congreso, que ha tenido el mérito de centrarse en temas fundamentales para el país, y por tanto para los trabajadores, como la Revolución Energética, los programas de la Batalla de Ideas, la lucha por la liberación de los Cinco Héroes, la producción de alimentos, el Perfeccionamiento Empresarial y otros importantes asuntos vinculados con la productividad, los salarios, el empleo y la organización del trabajo, por solo mencionar algunos ejemplos.
Se analizó además, con el espíritu crítico que precisa y recibió también la atención requerida, un asunto decisivo en las actuales circunstancias: la marcha de la batalla contra las indisciplinas, las ilegalidades, el delito y la corrupción.
Son temas cruciales sobre los que habrá que seguir discutiendo en el futuro, porque según profundizamos en cualquiera de ellos, se descubren reservas sin explotar, deficiencias derivadas muchas veces de la falta de previsión, la desorganización o la indolencia, sin desconocer la existencia de causas objetivas, que indudablemente predominaron en los años más difíciles del periodo especial.
SIEMPRE HE CREÍDO EN LA NECESIDAD DE LOS SINDICATOS Y SU IMPORTANCIA EN EL SOCIALISMO
Por tanto, permítanme aprovechar estos minutos para compartir de nuevo con ustedes preocupaciones que tengo desde hace tiempo, y que algunos de los aquí presentes conocen, acerca de dónde deben concentrar los esfuerzos las organizaciones sindicales y sus dirigentes en una sociedad como la nuestra.
Fidel dio la primera gran lección de cómo hacerlo, ante cientos de representantes de los trabajadores azucareros —en aquella etapa, FNTA: Federación Nacional de Trabajadores Azucareros— que en una plenaria sindical reclamaban con la fuerza que les daba el nuevo poder revolucionario, el establecimiento de cuatro turnos laborales en los centrales, entre otras reivindicaciones.
Esto sucedió el 9 de febrero de 1959, en el teatro de la CTC, cuando solo habían transcurrido 49 días desde el triunfo de la Revolución y esta aún no había aplicado ninguna medida decisiva en el orden económico.
Eran demandas justas de trabajadores que enfrentaban una situación muy difícil, tras ser esquilmados durante años por los monopolios norteamericanos y los oligarcas del patio, que seguían siendo los dueños. Pero en las nuevas circunstancias, acceder a esos reclamos significaba una afectación muy seria a la economía de un país que acababa de salir de la guerra y cuyo tesoro público había sido sencillamente saqueado.
El Comandante en Jefe no dudó en explicar con gran paciencia y durante varias horas, por qué había que renunciar en aquel momento a tales demandas. Entre otras muchas cosas les dijo:
"Esta Revolución es la Revolución de ustedes. Hay que defender la Revolución con más calor que con lo que se defienda una simple demanda. La Revolución es la demanda de hoy y la demanda del futuro. La Revolución son los salarios del futuro; el bienestar de hoy y el bienestar, muy superior, del futuro."
Casi dos años después, en enero de 1961, cuando la mayor parte de los medios de producción ya habían sido nacionalizados, Blas Roca y Lázaro
Peña, que lucharon tenazmente durante largos años para arrancar cada centavo posible a los burgueses en beneficio de los trabajadores, dedicaron un gran esfuerzo a explicar el nuevo papel del sindicato en un centro de trabajo propiedad del pueblo.
Argumentaron por qué, sin descuidar la defensa de los derechos del obrero, su tarea fundamental pasaba a ser el impulso a la producción o los servicios, pues ello beneficiaba ahora a toda la sociedad. Estas ideas las expusieron en un extenso artículo firmado por ambos, del cual quizás valdría la pena resumir las tesis fundamentales y divulgarlas nuevamente.
Siempre he creído en la necesidad de los sindicatos y su importancia en el socialismo, aunque naturalmente cambiando los métodos y teniendo muy en cuenta la diferencia de ser representante de los intereses de obreros explotados en el capitalismo, a serlo de los dueños colectivos de los medios de producción, de la clase dirigente de la sociedad socialista.
LAS SOLUCIONES SOLO PUEDEN SALIR DEL CONTACTO DIRECTO CON LOS TRABAJADORES
Pero en realidad en los primeros años de la Revolución no había unanimidad al respecto. Ello me ha llevado a reflexionar bastante sobre el tema en diferentes momentos, aunque siempre con clara conciencia de que las soluciones solo pueden salir del trabajo práctico cotidiano de los dirigentes sindicales, del contacto directo con los trabajadores, sus problemas y aspiraciones.
Por eso el Comandante en Jefe, al realizar las conclusiones del 53 Pleno del Consejo Nacional de la CTC, celebrado en 1987, exhortó una vez más a los trabajadores y cuadros sindicales a pensar en estas cosas —cito sus palabras— "que no van a encontrar en libros, que no van a encontrar en la teoría".
El movimiento obrero —agregó entonces Fidel— no es una simple organización profesional, sino una organización de masas, política, que es importante tenga sus respuestas, sus meditaciones, sus análisis, sus soluciones para los problemas de la sociedad.
El XIII Congreso de la CTC, el último dirigido por Lázaro Peña, es el mejor ejemplo de cumplimiento práctico de esa línea trazada por el compañero Fidel, desde el triunfo de la Revolución.
Ese evento ocupa un lugar privilegiado en la historia de nuestro movimiento obrero por la forma autocrítica, madura y creativa con que desde la base hasta la dirección nacional, se esforzó por encontrar las vías más acertadas para enfrentar los muchos y complejos retos de aquel momento.
Este Congreso que hoy concluimos, se ha esforzado igualmente por buscar soluciones a los principales problemas derivados de la situación actual, diferente y más compleja que la existente en los años setenta del siglo pasado, y que por tanto exige actuar con el máximo de creatividad e inteligencia.
Sería un error pensar que ya se ha logrado cabalmente encontrar esas soluciones. No obstante, hay avances en la búsqueda de respuesta a la pregunta crucial de cómo lograr que la organización sindical no se diluya en el sinnúmero de tareas coyunturales y se concentre en lo verdaderamente principal, en lo que realmente define su razón de ser en el socialismo y muy especialmente en el momento que estamos viviendo.
A un dirigente sindical de base e incluso de una instancia intermedia o nacional, puede resultarle realmente difícil identificar cuál es la tarea principal entre las muchas que debe enfrentar cotidianamente.
Para confirmarlo basta leer las cien páginas del Informe Central, las numerosas resoluciones analizadas por las nueve comisiones y aprobadas esta mañana, y el resto de los documentos del Congreso, todos justos y correctos, pero abarcadores de un amplio universo de tareas.
Muchos de ustedes saben cómo pienso al respecto. Lo he dicho de manera franca y clara, en más de un encuentro con cuadros de la CTC de diferentes niveles y también en reuniones similares del Partido. En medio de la madeja de fenómenos adversos presentes en nuestra sociedad en los últimos años, como consecuencia del periodo especial pero también de errores viejos y nuevos de todos nosotros, a veces los dirigentes sindicales no han adoptado las mejores decisiones o empleado las formas de trabajo más adecuadas.
Comienzo por decir que no pretendo cargar la responsabilidad de una deficiencia u otra sobre ningún compañero en particular ni solamente sobre el movimiento sindical.
LA LABOR SINDICAL HA DESEMPEÑADO UN IMPORTANTE PAPEL EN LA COMPRENSIÓN Y RESPUESTA INMEDIATA DE LOS TRABAJADORES ANTE CADA LLAMADO DEL PARTIDO Y EL COMANDANTE EN JEFE
Considero —y es también la opinión del Partido— que la dirección de la CTC que enfrentó las enormes dificultades derivadas del derrumbe del campo socialista y la desaparición de la URSS, al igual que la masa de dirigentes de la organización, independientemente de cualquier error de estilo, formas o métodos de trabajo, demostró ser fiel a la Revolución hasta las últimas consecuencias y tener la disposición a luchar y la valentía política que exigían las circunstancias.
Con su labor contribuyeron a mantener la unidad de nuestro pueblo en torno al Partido y al Comandante en Jefe, y a lograr la comprensión y el apoyo a las duras medidas que fue necesario adoptar para salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo.
Los cambios en los organismos superiores de dirección de la CTC acordados por el Congreso obedecen a la lógica renovación de los dirigentes.
En nombre de nuestro Partido, transmito un merecido reconocimiento a los integrantes del Consejo Nacional y del Secretariado que hoy concluyen su mandato (APLAUSOS).
El compañero Pedro Ross dirigió durante 17 años la CTC. Él mismo, el pasado 30 de enero, a raíz del proceso de este Congreso, me envió una carta al Comité Central en la que se puso a disposición del Partido para cumplir cualquier tarea, y entre varios candidatos para sustituirlo incluyó al compañero Salvador Valdés Mesa, quien como sabemos tiene una larga y exitosa trayectoria como dirigente de la CTC.
Precisamente por esos resultados, en 1995 se solicitó a la organización obrera su liberación como Segundo Secretario para cumplir importantes tareas, primero al frente del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, y después, en 1999, como Primer Secretario del Partido en la provincia de Camagüey, cargo que ocupó hasta hace pocos meses.
A este compañero ustedes le han encomendado la alta responsabilidad de encabezar la dirección de nuestro movimiento sindical. Confiamos que el nuevo Consejo Nacional y el Secretariado electos tendrán éxito en la importante tarea que ahora asumen.
La labor sindical ha desempeñado sin dudas un importante papel en la comprensión y respuesta inmediata de los trabajadores ante cada llamado del Partido y el Comandante en Jefe, aun en los momentos de más aguda contracción económica derivada del periodo especial.
No obstante, no podemos ignorar la huella negativa dejada por las dificultades materiales y sobre todo por algunas medidas adoptadas en el esfuerzo para que el país sobreviviera. El compañero Fidel lo ha explicado con claridad meridiana en más de una ocasión, así como los peligros que ello implica, especialmente en su medular intervención del 17 de noviembre del pasado año, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
UNO DE LOS MÁS DIFÍCILES RETOS DEL TRABAJO IDEOLÓGICO ES LOGRAR QUE EL TRABAJADOR SE SIENTA DUEÑO COLECTIVO DE LAS RIQUEZAS DE LA SOCIEDAD Y ACTÚE EN CONSECUENCIA
Como se ha dicho muchas veces y también hemos escuchado en este Congreso, uno de los más difíciles retos del trabajo ideológico es lograr que el trabajador se sienta dueño colectivo de las riquezas de la sociedad y actúe en consecuencia.
Es algo que se logra casi de forma espontánea en los momentos de definiciones, cuando hay que enfrentar una gran y decisiva tarea o un peligro inminente amenaza a la Revolución, pero es más difícil de alcanzar en el trabajo cotidiano.
No digo que esta sea la única causa de los hechos de corrupción y robo, de las ilegalidades y las indisciplinas laborales. Pero en las condiciones del socialismo es muy difícil enfrentar estos peligrosos vicios sin el concurso de los trabajadores, ellos son la fuerza esencial.
Si erradicar estos males es tarea fundamental de la administración, no podemos exonerar de su gran responsabilidad a los únicos dueños de las riquezas del país, que no son otros que ustedes mismos y el resto del pueblo (APLAUSOS).
No olviden nunca que esta sigue siendo, como dijo Fidel al proclamar el socialismo en 1961: "La Revolución Socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes" (APLAUSOS PROLONGADOS).
Es cierto que los sindicatos han emprendido acciones, quizás más de la cuenta si hablamos de cantidad, pero como ustedes han reconocido autocríticamente, su papel debe ser superior, más efectivo, y para ello cuentan con experiencia, liderazgo y reconocimiento social suficientes.
En tal sentido, creo que puede tener algún valor la experiencia desarrollada por el Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de la Defensa.
Puede ser útil por cuanto —como les dije ayer— en este sindicato, por las disímiles actividades que desarrollan sus afiliados, están representados 18 de los 19 sindicatos nacionales, con la única excepción de los tabacaleros.
En febrero del 2004, como Segundo Secretario del Partido hice fuertes críticas a los dirigentes sindicales en el sector de la defensa, pero siempre con un carácter constructivo, convencido de que sus problemas eran también nuestros, del Partido y las administraciones.
Cada valoración se discutió profundamente, hasta dar con las verdaderas causas de cada deficiencia. Los compañeros reconocieron sus errores y también precisaron las cuestiones que a su juicio no hacían posible que el dirigente sindical se concentrara en lo fundamental, sobre todo en la base.
A partir de esas premisas, con la permanente orientación del Partido, a través de las Direcciones Políticas de las FAR y el MININT que tienen rango de Departamento del Comité Central, se establecieron seis grupos multidisciplinarios que estudiaron en detalle igual cantidad de temas. Ese trabajo previo se hizo sin precipitaciones, durante 8 meses, y permitió elaborar un detallado plan de acción.
Teniendo en cuenta que el cumplimiento de algunas medidas propuestas afectaba lo establecido en determinados documentos rectores del trabajo sindical, después de los análisis correspondientes se realizó una reunión del Secretariado Nacional de la CTC, que autorizó aplicar las propuestas, proceso que comenzó en enero del año 2005.
Como se conoce, el Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de la Defensa efectuó hace pocos días su VIII Congreso, que evaluó los resultados positivos de todo este esfuerzo.
No es algo perfecto, como todo habrá que continuar mejorándolo, pero creo que constituye un ejemplo de que no hay nada que no pueda resolverse, si trabajan unidos el Partido, la organización sindical y la administración, siempre que se haga con objetivos claros y de forma organizada, sin fanfarrias ni corre corre, pues aunque desempeñan diferentes responsabilidades, todos son en definitiva compañeros revolucionarios con iguales principios e intereses, o sea, no existen contradicciones de ningún tipo.
LA LABOR SINDICAL DEBE MATERIALIZARSE EN EL CENTRO DE TRABAJO
Son parte de esa masa de trabajadores, que como ya dije, ha demostrado muchas veces su disposición a defender la Revolución y hacer cuanto sea necesario con ese objetivo, lo que no nos da derecho a hacerle perder el tiempo con tareas mal concebidas, poco organizadas o simplemente intrascendentes.
Los llamo a meditar con profundidad acerca de la utilidad real de cuanto hace nuestro movimiento obrero, a eliminar lo superfluo y concentrarse en lo realmente decisivo.
Con razón en este Congreso se ha insistido bastante en que la labor sindical debe materializarse en el centro de trabajo. Es algo que no puede convertirse en una consigna. Lograrlo exige que cada dirigente actúe cotidianamente en correspondencia con ese principio medular.
Concentrarse en el centro de trabajo implica conversar con la gente, pero de verdad, para conocer qué piensa. No contentarse con hablar sino tam
bién oír, aunque no agrade lo que nos digan; reconocer cuando nos equivocamos y si es el caso, decirle al otro que no tiene razón, o criticar siempre, cara a cara, las actitudes incorrectas, y de paso aclaro que estos conceptos son válidos no solo para el movimiento sindical.
En aras de la brevedad, basado en la confianza que sé nos tenemos mutuamente y en la madurez de ustedes, he hablado de deficiencias y fui algo parco al mencionar los éxitos.
No significa desconocer el enorme trabajo y los importantes resultados alcanzados por el movimiento obrero y sus dirigentes durante estos años, ni que ignoro las dificultades de todo tipo que enfrentan en su labor.
Si logré preocuparlos más de lo que estaban; si conseguí motivarlos a pensar una y otra vez hasta encontrar la solución más adecuada a cada asunto concreto, doy por cumplido el objetivo de esta intervención (APLAUSOS).
Considero que de esta forma nuestro movimiento obrero logrará mantenerse a la altura de retos cada vez mayores y hará una importante contribución al esfuerzo por aprovechar al máximo, en beneficio de todo el pueblo, las perspectivas que poco a poco se van abriendo al desarrollo económico y social del país, base objetiva de la solidez de la Revolución en el terreno político-ideológico y de la defensa.
NO PODEMOS OLVIDAR QUE LIDIAMOS CON UN ENEMIGO MUY PODEROSO
No podemos olvidar ni un momento que lidiamos con un enemigo muy poderoso y capaz de acudir a cualquier vía para alcanzar su propósito de borrar la Revolución de la faz de la Tierra, sin que quede el más mínimo vestigio de su existencia.
Como les decía ayer, basta hojear el llamado Plan Bush y recordar su anunciado anexo secreto, para comprobar que el imperio se propone arrebatarle a nuestro pueblo hasta la última de las conquistas que ha alcanzado en tantos años de lucha.
Su objetivo es llevar a este país a una situación aún más terrible que la existente en diciembre de 1958, a aquellos tiempos en que la represión, el luto, la humillación, la miseria, el desempleo, el analfabetismo y las enfermedades se enseñoreaban sobre miles de hogares cubanos.
Como dije recientemente en una entrevista al periódico Granma, han designado hasta al interventor yanki, un tal McCarry, como si nada hubiera cambiado en este mundo desde que en 1898 frustraron nuestra independencia y nos impusieron varios interventores.
Dentro de esa misma lógica absurda actúa el Presidente de los Estados Unidos, cuando dice que en Cuba tiene que haber transición, es decir, un vergonzoso retorno a la basura de capitalismo neocolonial que impusieron en este país exactamente durante sesenta años, o cuando nos amenazó en fecha reciente con que "tomarán nota de cuantos se opongan a ello".
Repito el consejo que le di en aquel momento: mejor anote en la lista a los anexionistas asalariados de su Oficina de Intereses, que son pocos, porque va a necesitar mucho papel para escribir los nombres de los millones de mujeres y hombres que están listos para recibir, fusil en mano, a su interventor designado (APLAUSOS PROLONGADOS).
HOY NUESTRO PUEBLO ES MUCHO MÁS AGUERRIDO, EXPERIMENTADO Y CONSCIENTE
Ante los grandes peligros externos y los derivados de nuestras propias deficiencias, de nada sirve lamentarse, lo esencial es enfrentarlos con el máximo de energía y decisión.
Trabajar con organización, constancia y disciplina, educados sencillamente en el estricto cumplimiento del deber; buscar constantemente la mayor efectividad en cada tarea y las vías de eliminar las deficiencias; pensar con cabeza propia cómo resolver los problemas, tratando, además, de evitar que nos sorprendan; y consolidar cada paso adelante que demos, sea grande o pequeño.
Mucho se ha avanzado desde aquellos días iniciales del triunfo de la Revolución, hará pronto 48 años, en que todo estaba por hacer y con bastante frecuencia creíamos saber cómo enfrentar cada tarea, cuando en realidad no pasábamos de ser unos optimistas cargados de buenas intenciones.
Nunca debemos olvidar aquel alerta de Fidel, en su primer discurso en la capital el 8 de enero de 1959, que de forma tan fehaciente la vida ha confirmado, al expresar:
"Estamos en un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa. Y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo sea más difícil".
Hoy nuestro pueblo es mucho más aguerrido, experimentado y consciente —somos incluso el doble de la población de entonces, a pesar de la baja natalidad, algo que analizamos ayer. Lo demostró con creces en estos últimos meses, tras conocer la Proclama del Comandante en Jefe, con la contundente prueba que ha dado y continúa dando, de confianza en su Partido, en sus dirigentes y sobre todo de su confianza en sí mismo.
Es el resultado de la conciencia y madurez alcanzadas tras muchos años de difíciles y continuos combates, pero en la misma medida que crecen y se afianzan esas virtudes de nuestro pueblo, aumenta también la exigencia hacia quienes lo dirigen y representan.
Creo que ustedes han estado a la altura del compromiso contraído con los millones de cubanas y cubanos que los eligieron delegados a este importante evento, esos mismos que con estoicismo y ejemplar conciencia de clase, luchan diariamente contra dificultades y problemas en el centro laboral y en la vida cotidiana, para con su sudor e inteligencia continuar llevando adelante la Revolución.
En nombre del Comandante en Jefe y de nuestro Partido, ¡Felicidades por los resultados de este Congreso y sobre todo éxitos en el mucho trabajo que tenemos por delante!
Un pueblo unido, con el temple y la conciencia del nuestro, es la principal garantía de que siempre podremos gritar en esta tierra:
¡Viva Cuba libre!


Wednesday, September 20, 2006

Preside Raúl sesión final del Congreso


El Caguairán sigue cada vez mejor. No crean que el Comandante en Jefe está tirado en una cama. Tiene un teléfono al lado y si los otros días dije que lo usaba, ahora digo que cada día lo usa más, aseguró el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Segundo Secretario del Comité Central del Partido y Ministro de las FAR, durante la última sesión del Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de la Defensa.
Raúl felicitó a los afiliados a este Sindicato por los 35 años de fundado el gremio y por haber logrado que las mujeres sean mayoría entre los dirigentes sindicales, tanto en la base como en el Comité y el Secretariado Nacional. También reconoció el decisivo aporte de los trabajadores civiles de las FAR y el MININT, junto a obreros de otros organismos, en la modernización y producción de medios de combate para la defensa del país.
A propuesta del propio Raúl, y por acuerdo unánime de los delegados, se decidió reconocer a este Congreso como el VIII del Sindicato Nacional de los Trabajadores Civiles de la Defensa, con el fin de dar continuidad a las tres décadas y media de actividad sindical.
Y precisamente con motivo de esta celebración, a nombre de los miles de trabajadores civiles de las FAR y el MININT, le fue entregado un reconocimiento al compañero Raúl por ser fundador e inspirador de este Sindicato.
Durante esta sesión del evento los delegados subrayaron la importancia de sistematizar la evaluación mensual del desempeño de los trabajadores, como pilar de la emulación individual. Abordaron la necesaria participación de los jefes en este proceso, con el objetivo de transmitir oportunamente a los obreros la apreciación sobre su trabajo. De ese modo, los impulsan a cumplir y alientan a ser mejores, concluyeron.
En tal sentido, el miembro del Buró Político y general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro, viceministro primero de las FAR, añadió que una buena evaluación propicia que el trabajador pueda recibir mayor estimulación y mejor salario (entre quienes están vinculados a los resultados finales).
José Antonio Roque Arias, quien fue ratificado como secretario general del sindicato, señaló que el perfeccionamiento integral no equivale a contar con mayor o menor cantidad de secciones sindicales, sino a dedicarse más a cada tarea.
Pedro Ross Leal, integrante del Buró Político y secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, destacó que las experiencias y debates de este encuentro constituyen ya una de las sesiones del próximo XIX Congreso de la CTC.
El general de división José A. Carrillo pronunció las palabras de clausura del evento, en nombre de la dirección de las FAR y el MININT. También estuvieron presentes los miembros del Buró Político José Ramón Machado Ventura y el general de cuerpo de ejército Abelardo Colomé Ibarra, Ministro del Interior, así como otros generales, jefes de alto rango de las FAR y el MININT y dirigentes sindicales.


Friday, September 15, 2006

Elegido Fidel Presidente del Movimiento de Países No Alineados

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fue elegido hoy por aclamación presidente del Movimiento de Países No Alineados en su XIV Cumbre, que se inició hoy bajo la conducción de Raúl Castro, jefe de Estado en funciones de Cuba.
A propuesta del Primer Ministro de Malasia, Abdullah Ahmad Badawi, Fidel recibió el aplauso de los jefes de las más de 100 delegaciones de países miembros, en su condición de nuevo Presidente del MNOAL, que asume por segunda ocasión.
Minutos antes, el canciller cubano Felipe Pérez Roque informó que Raúl Castro, jefe de Estado en funciones, encabezaría la delegación de la mayor de las Antillas, en tanto el Comandante en Jefe se recupera satisfactoriamente y sigue disciplinadamente la prescripción de los médicos, que le indicaron reposo.
El propio Badawi expresó al plenario, y fue aceptado por aclamación, que el Primer Vicepresidente de Cuba asumiría la presidencia en funciones de la Cumbre, hasta que Fidel reasuma sus responsabilidades de Estado y Gobierno.
La XIV Conferencia del MNOAL se inició poco después de las 10 de la mañana, luego que Raúl diera la bienvenida oficial a los jefes de delegaciones. En la entrada presidencial del Palacio de Convenciones de esta capital, estrechó las manos e intercambió saludos con cada uno de los presidentes, primeros ministros y otros altos dirigentes, a quienes la Guardia de Honor presentó sus respetos.
Luego de la intervención de Felipe, el Primer Ministro de Malasia hizo un informe sobre la actividad del MNOAL en los últimos tres años, en los que este foro de concertación se revitalizó en la defensa de sus principios fundacionales.
Estamos confiados en que Cuba podrá dirigir el Movimiento, su historial nos da la certeza de que los No Alineados estarán en las buenas manos de Cuba y alcanzará niveles más elevados, dijo Badawi.
Entonces asumo, dijo Raúl al tomar posesión.


Thursday, September 14, 2006

Relato de la nueva gran batalla de Fidel



....CON LA PASION DE SIEMPRE HABLO DE CHAVEZ, DE LA MEDICINA CUBANA... Y DE SU PROPIA MUERTE .....

El líder cubano mostró cómo evoluciona su recuperación en el encuentro con el diputado argentino. También elogió a Hugo Chávez por su lucha para ingresar al Consejo Permanente de la ONU y por aliarse a sectores medios para “hacer los cambios democráticamente” y mostró su preocupación por terminar de editar sus memorias en vida.

Castro y Bonasso compartieron 90 minutos. El diputado argentino le regaló un ordenador de viaje.
Subnotas
Por Miguel Bonasso
Desde La Habana

Me había preparado para verlo, pero la realidad fue mucho más fuerte. Incluso le llevaba de regalo un ordenador de viaje. Es decir una suerte de cartuchera de cuero argentino, que en su interior tiene espacios predeterminados para papeles, tarjetas, pasaje, pasaporte, anotaciones varias, todo lo que necesita un viajero. Sé muy bien que Fidel Castro no lleva tarjetas de crédito ni dinero en sus travesías por el mundo, pero el modesto presente encerraba un mensaje subliminal: “Espero que pronto esté bien para volver a viajar”.
Pero una cosa es lo que uno imagina, teme, desea, y otra bien distinta el hecho en sí. De pronto el llamado telefónico: “Esté a tal hora en tal lado”. Y nada más. Podía ser que lo viera personalmente o podía ser que me encontrara con algunos de sus hombres de confianza en una reunión preparatoria. No podía creer en mi buena suerte: era el primer invitado a la Cumbre del Movimiento de los No Alineados que tenía el privilegio de ver al Comandante en su recuperación, como ya lo habían visto antes de la Cumbre Hugo Chávez y Evo Morales.
Estaba tan aturdido que olvidé hasta una elemental libreta de notas por si tenía la suerte suplementaria de que me hiciera una declaración.
Pero al llegar a la cita supe que lo vería. Con sus colaboradores más cercanos recorrí el pasillo como en un travelling cinematográfico donde el visitante ve intensificarse la realidad a medida que avanza: al comienzo los hombres de su custodia vestidos de verde oliva, luego su médico personal siempre derrochando bonhomía, al final del largo corredor un trío compuesto por dos mujeres y un hombre alto, los tres de guardapolvo blanco. ¿Médicos, enfermeros? Por fin una señora muy amable que me introdujo en la habitación. Un cuarto austero, blanco, totalmente despojado de adornos. Fidel, que estaba sentado en una cama, con una mesa blanca y móvil por delante, se puso de pie para darme un abrazo.
Vestía una bata color vino y un pijama haciendo juego y, por suerte, era el Fidel de siempre. Más delgado, es verdad, pero no tanto como lo habían mostrado unas fotos recientes.
“Perdí cuarenta y un libras –me recordó–, pero estoy recuperando peso. Ya casi la mitad de lo que perdí.”
Muchos kilos para quien ya parecía un hidalgo español de prosapia cervantina y ostenta ahora un perfil quijotesco.
Nos sentamos para charlar. Eran las once y media de la mañana habanera de ayer y afuera reverberaba la canícula. El nudo que yo traía en la garganta se aflojó de golpe: puede sonar increíble, pero Fidel estaba tan lúcido y filoso como siempre. El mismo tono confidencial de conspirador que el oyente debe desentrañar, las mismas señas misteriosas o las acentuaciones gestuales de algún hallazgo verbal, alguna orden a sus colaboradores en voz bien alta, para demostrar que puede regresar a la oratoria en cualquier momento.
“Ves”, subrayó. “Puedo hablar en voz bien alta si quiero.”
Pasó un rato largo antes de que me hiciera la confesión que carga de peso existencial esta nota. Arrancó como siempre, apasionado por los hechos colectivos, políticos, poniendo lo personal en un tercer o cuarto plano de sombra. Estaba entusiasmado con el hecho de que Venezuela gane la batalla para ocupar un sitial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. “Genio y figura”, pensé. El tránsito por la enfermedad y la presencia cierta de la muerte no han disminuido un ápice la intensidad de sus sueños y obsesiones.
“No van a poder bloquear el ingreso”, aseguró. Y subrayó que su gran amigo Hugo Chávez Frías se ha convertido en un líder mundial. “Chávez ha ido creando un modelo indestructible. No es portador de un socialismo extremo, sino realista. Indiscutiblemente va a tener éxito en crear un gran partido que reúna y represente a todos los revolucionarios venezolanos. Los diversos partidos que lo apoyaban han respondido bien a su convocatoria para lograr la unidad. Además –agregó– ha prometido realizar todos los cambios democráticamente, consultando al pueblo. No es extremista. Ha prometido cooperar con las capas medias y el respeto y la colaboración con las empresas privadas que acaten los principios de la revolución. Además ha desarrollado programas sociales que no tienen paralelo en el mundo y que lo convierten en un líder imbatible. Pienso que un pueblo tan saqueado como el venezolano merece este cambio. Y veo con alegría el impulso hacia la integración de América latina, en la que Venezuela será un ejemplo de lo que se puede hacer cuando un país pone sus recursos al servicio del pueblo. Chávez no sólo usa bien esos recursos sino que los multiplica con medidas fiscales que antes no se tomaban.”
Después abordó el tema de la “Operación Milagro”, uno de los programas de salud que más lo apasiona. Y lo hizo con la misma intensidad de siempre. Como si no hubiera pasado por el filo de la navaja dejando en terrible suspenso a millones de personas. Recordó que en apenas dos años, unos 400 mil latinoamericanos habían sido operados de cataratas, pterigium y otras enfermedades de la vista con la nueva técnica oftalmológica desarrollada por los médicos cubanos. Y que todas esas operaciones, muchas de las cuales se habían llevado a cabo en Cuba, habían sido gratuitas, en beneficio de los latinoamericanos más pobres.
Al rato Fidel me ofreció más café, mientras nos sacaban un montón de fotos. Con su sempiterno entusiasmo, me comentó admirado: “Son increíbles estas cámaras digitales”.
Nos íbamos acercando a la confesión. Sobre la mesa había un libro voluminoso. La portada sobria, bien realizada, anunciaba Cien horas con Fidel. Y abajo: “Conversaciones con Ignacio Ramonet. Segunda edición. Revisada y enriquecida con nuevos datos”.
Algunos meses antes había visto con inocultable envidia la primera edición de esa megaentrevista en la que el líder cubano pasa revista a su vida y a la historia mundial que lo destaca como uno de sus principales protagonistas. En junio último, el Comandante me había mostrado sus correcciones manuscritas a las respuestas de la primera edición. Las preguntas de Ramonet, obviamente, habían sido respetadas por el entrevistado. A fines de julio, cuando volví a verlo en Córdoba, viajaba acompañado por las pruebas de página, en pleno proceso de revisión y aumento. Pero nunca hubiera imaginado lo que ocurrió tras la operación del 27 de julio.
“Lo seguí corrigiendo en los peores momentos –musitó–. No paré de corregirlo. No creas que lo hice cuando mejoré. Desde los primeros días. Y lo hice no sólo por su contenido sino porque le había prometido al pueblo que lo revisaría antes de publicarlo. Así que pasé muchas horas dictándole a Carlitos (Valenciaga, su secretario). Muchas horas.”
Entonces me miró, con los ojos muy abiertos y esa expresión como de asombro que le redondea la boca cuando tira un dardo decisivo, para aclarar en un tono profundo, pero despojado de énfasis y dramatismo:
“Quería terminarlo porque no sabía de qué tiempo dispondría”.
La sombra del gran límite, de la imposibilidad de toda posibilidad, anidaba todavía en el fondo de la mirada como un fondo de café. Comenté:
“Otra gran batalla”.
Asintió en silencio y agregó:
“Estas cosas te las cuento como amigo y escritor”.
Después se excusó de no poder regalarme el libro por razones protocolares, hasta entregar una copia a los jefes de Estado que concurren a la reunión del Movimiento de No Alineados. A nuestro lado, el infatigable Carlitos Valenciaga –el joven colaborador que leyó la histórica proclama sobre el traspaso de poderes– ponderaba algunas incorporaciones a esta nueva edición aumentada:
“Hay cartas inéditas a Sadam Hussein recomendándole que se retire de Kuwait. Las cartas a Nikita Kruschev contextualizadas”.
Sobre la mesa blanca había también un folleto reproduciendo la portada del libro con la siguiente leyenda: “Capítulo 24 - Los sucesos de abril de 2002 y otros temas de América latina”.
“Está traducido a nueve idiomas”, aclaró Valenciaga. Pedí uno para reproducirlo como anticipo en Página/12, después que se le entregara a los jefes de Estado. En particular a dos amigos fieles que el Comandante aguarda con impaciencia: Chávez y Evo Morales. En ese capítulo 24, además de las intimidades del fallido golpe contra Chávez, el lector encontrará interesantes reflexiones sobre los militares nacionalistas y progresistas de América latina, como Omar Torrijos, Juan Velasco Alvarado o el propio Juan Domingo Perón. Y referencias agudas a la derrota de Carlos Menem y el triunfo de Néstor Kirchner en 2003.
Se acercaba el momento de la despedida. La charla se había prolongado durante hora y media. Fidel señaló el modesto televisor que tenía frente a la cama (nada de plasma ni equipo estereofónico) y comentó:
“La tele está cada vez más violenta. Todo es de una violencia extrema. Todo es publicidad y violencia. Desde las ficciones hasta los noticieros internacionales”.
Le dije, con total sinceridad, que me iba muy contento de verlo tan bien.
“Todo en su justo medio”, advirtió, mientras me daba un apretón de manos. “No hay que olvidar que la máquina a reparar ya tiene ochenta años.”

publicado por el diario pagina12:
www.pagina12.com.ar


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